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TIEMPOS
DE CRISIS
Las
llaves de mi piso iban de un jefe a otro. Desde hacía meses llevaban a sus
ligues a mi casa, me vaciaban el mueble bar, la nevera y debía esperar durante
horas en la calle hasta que se marchaban. De vez en cuando se presentaban de improviso,
sin avisar, y no tenía más remedio que irme a dar una vuelta.
Algunas
tardes me sentaba en el parque, miraba a las palomas y pensaba en lo
afortunadas que eran. Sin preocupaciones, sin facturas ni hipotecas. A mí me
gustaba Laura, del departamento de contabilidad. No obstante, ella mantenía un
affaire con el director de ventas. En ocasiones la miraba en la oficina. Sus
ojos color miel, su sonrisa cuyo brillo resplandecía en la oscuridad y sus
piernas inabarcables alimentaban mis fantasías. Sin embargo, una mujer así
jamás estaría conmigo.
A
veces, me sentía como Jack Lemmon en El
apartamento. A Baxter le prometieron un ascenso, yo me conformaba con poder
seguir manteniendo mi trabajo de contable.
Rubén Gozalo Ledesma
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