Imagen Internet. Estación de Canfranc (Huesca) |
AÑOS CUARENTA EN
CANFRANC
En peluquería le
habían decorado el pelo con ondas. Su indumentaria no se adaptaba a las
condiciones climatológicas que regían. Estaba congelada, pero debía fingir. En
eso consistía su trabajo.
Lo que le atrajo
del guión era ese aura de divinidad en que había visto siempre envueltas a las
reinas del celuloide, en los años cuarenta. Trataba de evocarlo mas con poco
acierto, visto el notorio descontento del director.
Mientras sus
compañeros repasaban detalles de sonido e iluminación, decidió pasear por la
vieja estación de tren de Canfranc. Respiró profundo el aire de aquel decadente
lugar e imaginó a una mujer, esa que ella pretendía ser, aguardando la llegada
del próximo tren procedente de Madrid. Desde allí huiría a Paris con su amante
y dejaría atrás un marido borracho. Súbitamente se sintió dentro de esa piel.
-¡A escena!
Gritaron e impregnada en la esencia de ese ideal femenino miró a cámara. Se
encendió su rostro con la luz propia de una diva y tocó el corazón de los
presentes. Tras la agotadora jornada aguardó un instante para despedirse de la
estación, esa que le había transportado a otro tiempo y había colado los sentimientos
precisos dentro de su alma.
Emma Pérez Méndez
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