Foto internet (Carole Lombard & Clark Gable) |
VIDAS DE CINE
Eres
lo único que tengo, y sé que disfrutas viéndome feliz. No quiero traicionarte,
pero tu afán me empuja a conocer a otras y buscar complicidades, compartir sus espacios.
Sonríes al ver que con ellas me estremezco, enviándome en la oscuridad al
encuentro tus silencios. Gozas cuando ves que río, asombro, sobresalto,
indigno, entretengo; cuando siento la ternura, angustia, deleite, humillación,
dicha, pánico, desprecio, gratitud, desaliento, confianza… Culminas tu
excitación cuando me lanzo en paracaídas, vivo en la mejor suite del hotel,
actúo en una obra de teatro, creo un cóctel con mi nombre; me convierto en
policía, ladrón, potentado, hampón, espía, demonio y ángel; cuando beso a una
desconocida sin mediar palabra… Lo haces porque sabes que ellas son la risa y
los sueños, unas pompas repletas de locura, la cordura que salva del naufragio…
y el medio más auténtico para conservarte.
Cuando
la luz se hace hegemónica, todas esas vidas desaparecen y tan solo quedas tú,
mi vida no vivida. Nunca podría engañarte porque, huérfano de ti, no existiría
pero… siempre, al salir, de manera furtiva, toco el celuloide con intención.
Juan Carlos Somoza García
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