ÚLTIMA SESIÓN
Desde pequeño le fascinaba. Toda la semana
esperaba al sábado para que su padre le dijera:
-
¿Preparado?
Y salía tras él, despacio y orgulloso,
adivinando las caras de envidia de sus compañeros. Después trotaba hasta
alcanzar a su padre que, como si de un rito se tratara, preguntaba:
-
¿Fantasio o Emperador?
Los dos cines estaban a ambos lados de la
calle, retándose continuamente. El Emperador, majestuoso, iluminaba la zona con
sus luces de neón; la enorme pantalla y los amplios sillones presagiaban una
noche de ensueño. Por su parte, el Fantasio era pequeño y coqueto, viejos
fotogramas en blanco y negro daban un ambiente acogedor. Además, su nombre
evocaba curiosas historias cuyo protagonista, salido del Fantasma de la Ópera,
pululaba por las butacas durante la sesión.
Cada semana elegía uno, grandeza y fantasía se
turnaban continuamente.
Años después, la industria del cine entró en
crisis, y Fantasio y Emperador fueron derruidos, si juntos habían vivido,
juntos desaparecieron.
El
niño, ya hombre, se había convertido en un conocido arquitecto y, mientras
recorría los solares de los cines, contempló cómo una extraña figura en blanco
y negro vagaba por entre los escombros intentando encontrar alguna de las
pantallas.
Matías Ramón González Díaz (Sevilla)
Fotogramas doctormacro.com
Me parece muy conseguido el relato y muy bien coordinados con él están los fotogramas elegidos. Cuando entran en relación la literatura y el cine se produce una bella simbiosis.
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