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CORAZONES SOLITARIOS
Cansados de vagar por la pantalla, sus ojos decidieron descansar por fin en el cuello de una joven sentada dos butacas más adelante. Transcurrido el receso, quisieron continuar con su paseo por la sala pero el corazón del muchacho se negó a obedecerles, ordenándoles que siguieran clavados en aquella nuca hasta nuevo aviso.
Al terminar la película, la joven se dirigió a la salida. Al pasar por su lado, se detuvo un instante, se acarició la nuca y le regaló una sonrisa. «Toma −le dijo con ojos de recién enamorada−, a cambio de una hora de tu mirada». Cuando ella apartó la suya, mientras las luces se encendían, él pestañeó por fin.
Hoy, los dos son dueños de una sala de cine. Sólo de películas malas. Sólo para seres solitarios. Sólo para ojos que saben buscar.
En el ticket puede leerse: “Si no te gusta la película, te devolvemos el dinero”. De momento, sólo una persona hizo caso al consejo. Un tipo mentiroso al que sí le gustó la película.
Muy original Eugenio. Enhorabuena.
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