No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Jaime Gil de Biedma y Alba (n. Nava de la Asunción, Segovia, 13 de noviembre de 1929 - † Barcelona, 8 de enero de 1990) fue un poeta español, uno de los autores más importantes de la Generación del 50.
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.
Mañana de ayer, de hoy
Es la lluvia sobre el mar.
En la abierta ventana,
contemplándola, descansas
la sien en el cristal.
Imagen de unos segundos,
quieto en el contraluz
tu cuerpo distinto, aún
de la noche desnudo.
Y te vuelves hacia mí,
sonriéndome. Yo pienso
en cómo ha pasado el tiempo,
y te recuerdo así.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Poemas Póstumos 1968
Biografía
Nacido en 1929 el seno de una familia de la alta burguesía castellana, su padre se trasladó a Barcelona para trabajar en la Compañía de Tabacos de Filipinas. El que fuera su despacho puede ser visitado hoy en día en el Hotel 1898 en La Rambla de Barcelona.
Gil de Biedma estudió Derecho en Barcelona y en Salamanca, donde obtuvo la licenciatura en dicha materia. Su poesía evoluciona desde los primeros poemas intimistas de Las afueras al compromiso social de Compañeros de viaje. Al mismo tiempo es una poesía que evita constantemente el surrealismo y busca la contemporaneidad y la racionalidad a toda costa a través de un lenguaje coloquial, si bien desnudo de toda referencia innecesaria. Verdadero exponente de lo que se suele denominar una doble vida, Biedma desarrolla actividades empresariales (su padre le introdujo en el negocio tabaquero familiar) y al mismo tiempo coquetea intelectualmente con el marxismo y su vida interior queda por completo marcada por su condición de homosexual, circunstancia que, en el seno de su profundo pesimismo, le va a llevar a vivir al límite toda una serie de experiencias íntimas autodestructivas.
Si bien hasta entonces había sido un gran lector de poesía francesa, en particular de Charles Baudelaire, en 1953 se trasladó a vivir a Oxford, lo que le puso en contacto con la poesía anglosajona del momento, hecho que ejercería la influencia más determinante en su obra posterior. A partir de 1955 trabaja en la empresa de tabacos de su familia. En 1959 publica Compañeros de viaje, que juntamente con Moralidades (1966) integra la parte más social de su poesía, con piezas llenas de denuncia política en las que evoca la hipocresía burguesa, la miseria que presidía el sistema capitalista, la opresión del pueblo por la España franquista y la discriminación de la mujer.
En 1965 aparece A favor de Venus, una colección de poemas de amor impregnados de erotismo, y en 1968, por último, publica Poemas póstumos. A partir de entonces Biedma publicará diversos poemas en revistas literarias, así como unas memorias: Diario de un artista seriamente enfermo.
En 1974, Biedma padeció una crisis que le lleva a dejar la vida literaria y se recluye en un férreo Nihilismo. El determinismo de una sociedad incapaz de cambiar su historia y el conformismo y desencanto que impregna el mundo intelectual de izquierdas después de la transición a la democracia le abocaron a la desesperación. Fracasaron sus esfuerzos por sobrevivir a la apatía del conformismo burgués del que no conseguía escapar. Esto le condujo a abandonar prácticamente su producción literaria hasta su muerte por SIDA en enero de 1990, al lado de su último compañero, el actor Josep Madern. Sus restos fueron incinerados y enterrados en el panteón familiar de Nava de la Asunción (Segovia) donde vivió largas temporadas y donde escribió muchos de sus poemas.
Miembro destacado de la llamada Escuela de Barcelona, se relacionó con sus componentes Gabriel Ferrater, Carlos Barral, seguramente el más sólido de ellos, y Juan Marsé, que no es estrictamente de esta generación, y se carteó con uno de sus modelos, el poeta de la Generación del 27 Luis Cernuda. En su obra poética recurrió al coloquialismo y a la ironía para destacar asuntos sociales y existenciales y, aún cuando no es muy extensa (siempre prefirió la calidad a la cantidad), se ha considerado como una de las más interesantes de su generación, la de los llamados poetas sociales de la España de los años cincuenta. También escribió algunos ensayos literarios.
Obras
- Según sentencia del tiempo (1953).
- Compañeros de viaje (Barcelona: Joaquín Horta, 1959).
- Moralidades (1966)
- Poemas póstumos (1968)
- Diario del artista seriamente enfermo (1974), memorias.
- El pie de la letra: Ensayos 1955-1979 (1980), Crítica, Barcelona
- Las personas del verbo (1982), Seix Barral, Barcelona
- No volveré a ser joven
Fuente: Wikipedia
Se ha estrenado coincidiendo con el 20 aniversario de su muerte una película titulada "El Cónsul de Sodoma". este biopic ha sido interpretado magistralmente por Jordi Mollá y dirigido por el valenciano Sigfrid Monleón.
Noches del mes de junio
A Luis Cernuda
Alguna vez recuerdo ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.
Nos reciben las calles conocidas
y la tarde empezada, los cansados
castaños cuyas hojas, obedientes,
ruedan bajo los pies del que regresa,
preceden, acompañan nuestros pasos.
Interrumpiendo entre la muchedumbre
de los que a cada instante se suceden,
bajo la prematura opacidad
del cielo, que converge hacia su término,
cada uno se interna olvidadizo,
perdido en sus cuarteles solitarios
del invierno que viene. ¿Recordáis
la destreza del vuelo de las aves,
el júbilo y los juegos peligrosos,
la intensidad de cierto instante, quietos
bajo el cielo más alto que el follaje?
Si por lo menos alguien se acordase,
si alguien súbitamente acometido
se acordase... La luz usada deja
polvo de mariposa entre los dedos.
y la tarde empezada, los cansados
castaños cuyas hojas, obedientes,
ruedan bajo los pies del que regresa,
preceden, acompañan nuestros pasos.
Interrumpiendo entre la muchedumbre
de los que a cada instante se suceden,
bajo la prematura opacidad
del cielo, que converge hacia su término,
cada uno se interna olvidadizo,
perdido en sus cuarteles solitarios
del invierno que viene. ¿Recordáis
la destreza del vuelo de las aves,
el júbilo y los juegos peligrosos,
la intensidad de cierto instante, quietos
bajo el cielo más alto que el follaje?
Si por lo menos alguien se acordase,
si alguien súbitamente acometido
se acordase... La luz usada deja
polvo de mariposa entre los dedos.
Nostalgie de la boue
Nuevas disposiciones de la noche,
sórdidos ejercicios al dictado, lecciones del deseo
que yo aprendí, pirata,
oh joven pirata de los ojos azules.
En calles resonantes la oscuridad tenía
todavía la misma espesura total
que recuerdo en mi infancia.
Y dramáticas sombras, revestidas
con el prestigio de la prostitución,
a mi lado venían de un infierno
grasiento y sofocante como un cuarto de máquinas.
¡Largas últimas horas,
en mundos amueblados
con deslustrada loza sanitaria
y coronas manchadas de permanganato!
Como un operario que pule una pieza,
como un afilador,
fornicar poco a poco mordiéndose los labios.
Y sentirse morir por cada pelo
de gusto, y hacer daño.
La luz amarillenta, la escalera
estremecida toda de susurros, mis pasos,
eran aún una prolongación
que me exaltaba,
lo mismo que el olor en las manos
-o que al salir el frío de la madrugada, intenso
como el recuerdo de una sensación
Nuevas disposiciones de la noche,
sórdidos ejercicios al dictado, lecciones del deseo
que yo aprendí, pirata,
oh joven pirata de los ojos azules.
En calles resonantes la oscuridad tenía
todavía la misma espesura total
que recuerdo en mi infancia.
Y dramáticas sombras, revestidas
con el prestigio de la prostitución,
a mi lado venían de un infierno
grasiento y sofocante como un cuarto de máquinas.
¡Largas últimas horas,
en mundos amueblados
con deslustrada loza sanitaria
y coronas manchadas de permanganato!
Como un operario que pule una pieza,
como un afilador,
fornicar poco a poco mordiéndose los labios.
Y sentirse morir por cada pelo
de gusto, y hacer daño.
La luz amarillenta, la escalera
estremecida toda de susurros, mis pasos,
eran aún una prolongación
que me exaltaba,
lo mismo que el olor en las manos
-o que al salir el frío de la madrugada, intenso
como el recuerdo de una sensación
Es la lluvia sobre el mar.
En la abierta ventana,
contemplándola, descansas
la sien en el cristal.
Imagen de unos segundos,
quieto en el contraluz
tu cuerpo distinto, aún
de la noche desnudo.
Y te vuelves hacia mí,
sonriéndome. Yo pienso
en cómo ha pasado el tiempo,
y te recuerdo así.
A los que ya tenemos una edad, estos poemas nos visten de nostalgia, son como un espejo en el que nos miramos. Muy buen poeta.
ResponderEliminarEl primer poema expuesto aquí es una maravilla. La verdad es que no hay que contar con mucha edad para temer a la muerte. Yo la temí el primer día que me sentí conscientemente vivo... El poema rescata todo ese miedo a algo tan desconocido y a la vez tan presente. Un gran recuerdo para un gran escritor.
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