Jorge Valdés Díaz-Vélez se sabe un poeta que todos los días trata de encontrar la voz propia, a veces con más fortuna que otras. Oficiante consumado, afirma que “el de la poesía es un trabajo que se construye día con día a base de esfuerzo; no es un título que se le da, es un oficio, el más inútil de los que pueden existir, pero también el más noble de cuantos hay”.Nacido el 24 de septiembre de 1955, en Torreón, Coahuila, ayer se convirtió en el ganador del primer Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado por su poemario Mapa Mudo, que él define como una exploración sobre lugares y sobre ciudades; por eso el título de mapa mudo, “son esos mapas en los que trabajábamos de niños al que teníamos que ponerle nombre”.
Valdés Díaz-Vélez se confiesa un ladrón que le roba horas al sueño. “Yo escribo de noche, son las únicas horas que me quedan”. Pero no siempre escribe, la mayoría de las noches sacia su pasión de lector.
Esas horas se las roba a la noche, pero también a su carrera como diplomático del Servicio Exterior Mexicano, que ejerce desde hace 30 años y que lo ha llevado a desempeñarse como consejero cultural en Cuba, Argentina, España y Costa Rica, donde fue además Director del Centro Cultural de México
Fuente:El Universal.mx
CUANDO AMANECE
Las primeras palabras del poema
las escribe la muerte, y enseguida
se adueñan de la página. Nos besan
las mejillas, los ojos, desp le gando
su invisible poder sobre las cosas.
Una imagen oculta en la memoria
el párrafo inicial: «Cuando amanece
oigo a un niño que llora sin remedio
en una habitación desconocida».
Se apaga el cielo falso, nos encienden
en silencio una lámpara. En el pecho
hay un sudor de fiebre. Alguien murmura
las últimas palabras."Ya nos vamos"